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Ya hace más de 80 años que surgió un primer grupo profesionalizado de personas que compartieron un mismo problema y se dieron cuenta, de que esto los ayudaba a reducir el impacto emocional y los favorecía a un cambio de comportamiento.
Muchos de estos grupos están diseñados para ofrecer apoyo y orientación a los pacientes, pero también muy a menudo, y, sobre todo, en el caso de una enfermedad como la diabetes, se dirigen también a amistades y a familiares.
Los beneficios potenciales de la participación en un grupo de apoyo son muchos:
• Darse cuenta de que no estás solo: cuando escuchas a los participantes presentarse a las reuniones, a menudo explican experiencias del diagnóstico o del comienzo del debut con inquietudes emocionales parecidas. Esta constatación, suele provocar una sensación de alivio, al comprender a menudo por primera vez en su vida, que los otros tienen retos y preocupaciones similares a los tuyos.
• Ganar en calidad de vida y mejorar la esperanza: no son recomendables las comparaciones, pero compartir con otras personas del grupo más experimentadas o “pacientes expertos” experiencias de éxito, como por ejemplo: cómo conseguir un mejor control metabólico para hacer deporte, reducir la ansiedad o dominar las nuevas tecnologías relacionadas con la diabetes, proporcionan a quienes son menos experimentados un camino hacia una vida saludable y consecuentemente más feliz. Estos modelos positivos muestran que hay retos alcanzables.
• Aprender información útil y otros datos: dentro de los grupos de apoyo siempre surgen dudas y preguntas, por lo tanto, se aprovecha el espacio para ofrecer consejos prácticos y otros recursos. Además, los consejos no solo son expresados por los profesionales que coordinamos el grupo, son también los propios miembros, quienes comparten sus historias de éxito y las estrategias que los ayudaron.
• Mejora de las habilidades sociales: reunirse y hablar con otras personas es un buen ejercicio para practicar las habilidades sociales, interactuar eficazmente y combatir la timidez.
• Expresar los sentimientos: cuando te das cuenta de que no estás solo en un ambiente seguro y de apoyo, te sientes más cómodo al hablar de tus sentimientos y de tus circunstancias. Compartir es una experiencia muy terapéutica y curativa. Uno de los éxitos de los grupos radica en la capacidad de escuchar al otro sin juzgar, logrando una mayor apertura.
• El factor altruista de ayudar a los otros: pertenecer a un grupo es una ganancia recíproca. Uno/a recibe ayuda de la experiencia, pero también apoya a otros miembros del grupo. Hay una retroalimentación positiva, el sentir hablar de los propios éxitos y del de los otros, te hace sentir mejor.
• Reducir la angustia y el estrés: a medida que se trabaja con preocupaciones en el grupo es habitual que se reduzca la angustia. A menudo los miembros de la familia no entienden lo que tú estás pasando. Unirse a un grupo crea puentes de apoyo emocional.
• Conocerse más y mejor: Aumento de la autocomprensión: cuando aprendes maneras más efectivas de afrontar situaciones difíciles, consigues un mejor entendimiento de tú mismo y de tus necesidades. Aumentas en resiliencia o esta capacidad de adaptación frente a la adversidad.
• Asequibilidad: una ventaja adicional es que, en muchas asociaciones como la nuestra, el recurso es gratuito y, por tanto, resulta más económico que las sesiones de terapia individual.

Si todavía no habéis participado en un grupo de apoyo, ¡aprovechadlo! es importante no llevar el peso de la enfermedad a solas; recabar información sobre la enfermedad es importante, pero compartir las historias y luchas personales y emocionales en grupo, también.